viernes, 5 de febrero de 2010

Viena, una ciudad de cuento de hadas

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Viena es una de esas ciudades que despiertan las ganas de vivir. Colorida, alegre y caracterizada por un marcado carácter romántico, la denominada por los romanos ciudad blanca tiene tras de sí un historial inigualable: la música, la filosofía y sus intensas inquietudes políticas han caracterizada a esta ciudad desde hace siglos.

La capital austriaca es perfecta para casi todo. Para disfrutar de su arte visible en su Catedral gótica, en sus numerosos monumentos y, especialmente, es sus tres de pintura, historia del arte e historia natural. Para respirar la magia de sus bellos jardines a través de un agradable paseo a píe o en bicicleta o para curiosear por los interesantes museos, mercados vieneses o acercarnos a uno de sus famosos cafés.


Pero si realmente quieres dejarte sorprender por Viena y quedar maravillado para el resto del viaje, deberás adéntrate en el esplendor de sus Palacios: el de Versalles, el de Beldevere o el Palacio Imperial, lugar de residencia de emperador Francisco José y Elizabeth. Y es aquí donde comienza el cuento de hadas y una visita que te hará soñar durante días con historia de princesas y sueños de época.

Los aposentos privados de la familia imperial permanecen abiertos al público. El esplendor de sus salas unido a lo curioso de convertirse en testigo silencioso, tanto tiempo después, de la vida cotidiana de los Habsburgo lo convierten en uno de los lugares más visitados y valorados por los turistas.

Un viaje en el tiempo a través de tiempo a través de las salas oficiales imperiales del Estado Mayor, la gran sala de audiencias y la sala de conferencias en la que reunía el Consejo de la Corona pero también los rincones más personales de los Habsburgo como el despacho del emperador Francisco José o la sala de estar y el dormitorio de su esposa, numerosos salones y un baño de la época. En cada una de las salas podrás disfrutar contemplando los valiosos y hermosos detalles del mobiliario, las figuras de cristal de bohemia, los bellos tapices o las estufas de porcelana. ¡Buen viaje principesco¡

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