Están enclavados en algunas de las plazas con más historia del Madrid de los Austrias, la ciudad primera.
Donde hoy paseamos con libertad se erigieron en su día monasterios y conventos, de ahí el nombre de estos espacios ganados para el ciudadano: Santa Ana, San Miguel, Mostenses, Santiago...
Nuestro itinerario por las plazas de Madrid se inicia en un lugar de encuentro como pocos: la Plaza Mayor. Allí es posible que te retraten en cinco minutos, saborear un bocadillo de calamares, comprar antigüedades y piezas que incrementen nuestras colecciones de sellos y monedas y, simplemente, pasear, recorrer sus galerías.
No forma parte de la leyenda: aquí se realizaron corridas de toros, tuvieron lugar ajusticiamientos públicos, muchos se sentaron a la sombra de sus árboles y otros esperaron a los tranvías que partían hacia todos los rincones de la ciudad. Aún hoy la plaza esconde secretos, algunos están en la fachada de la Casa de la Panadería. ¿Se anima a descubrirlos?
Frente al palacio...
...y junto a la ópera. La Plaza de Oriente despierta después de una noche larga. Los bares y cafés de sus alrededores se han mantenido abiertos hasta altas horas de la madrugada. Delante del Teatro Real se disponen algunas mesas, lugares estratégicos desde los que observar el paso de madrileños y turistas que despliegan sus mapas y preguntan por la localización exacta del
Palacio Real, los Jardines de Sabatini y la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena.
No se vaya de la plaza sin recorrer su peculiar museo escultórico al aire libre, formado por una estatua ecuestre de Felipe IV y numerosas efigies de monarcas, esculturas cuyo sitio original debía ser la cornisa del Palacio Real. Quien ya conoce esta zona debe perderse por el entramado de calles a espaldas de los Jardines de Lepanto: Requena, Noblejas y Rebeque nos conducen hasta los remansos de paz de las plazas de Ramales, Santiago y San Nicolás.
Puerta del Sol, centro de España
Imposible resistirse a su poder de atracción. Dicen que todos los caminos conducen a Roma, pero estos mismos también pasan por el centro de Madrid. Seguro que ya ha visto el punto kilométrico 'cero'. De aquí parten las carreteras radiales que fracturan la península ibérica; también las vías de Preciados, Carmen y Montera, que desembocan en la transitada Gran Vía, y las que se adentran en el Barrio de las Letras.
Antes de perdernos por sus calles (Huertas, Príncipe, Echegaray, Prado), nos detenemos en las plazas del Ángel y Santa Ana que, poblada por terrazas, permanece unida a la fachada del Teatro Español, levantado sobre el solar otrora ocupado por el Corral de la Pacheca, más tarde Teatro del Príncipe.
Maravillas, detrás de Gran Vía
Tomando como eje o frontera la calle de Fuencarral, llegamos a un entramado de calles y plazas que han visto como el paso del tiempo les quitaba o devolvía algo tan intangible como el 'esplendor'. Durante la época de la 'movida', la zona de Malasaña, en torno a la Plaza del Dos de Mayo, era un hervidero de gentes y corrientes artísticas y culturales.
Los distritos que avanzan hasta las glorietas de San Bernardo, Bilbao y Alonso Martínez ya no viven del recuerdo pero sí de la mezcla de moradores y visitantes asiduos. Son los que se relajan junto a una cerveza, copa de vino o taza de café en las plazas de Chueca, Barceló y Santa Bárbara, sedes de la colorida pasarela de moda y gustos que es el Madrid del siglo XXI.
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